Maracaibo, diciembre 27, 1935,- La inauguración del nuevo régimen, liquidador del gomezalato, ha comenzado. Por gomezalato entendemos, no la eliminación de un hombre, de una consigna, de una divisa, sino el conjunto de hechos y prácticas que han hecho importante, desde el ascenso de Gómez al poder la revelación de una voluntad popular.
El gomezalato está aún en pie y respira, aferrado a un viciado sistema que debemos eliminar totalmente. Paso a paso, según unos, violentamente según otros. Lejos de nuestro ánimo toda idea de desatar rencillas y predicar venganzas, entramos a l a nueva política animados de la idea primaria de restituir al pueblo la idea de su derecho, reivindicándolo en la práctica y afianzándolo en la realidad.
Así, pecan contra la lógica quienes nos atribuyen, estudiando nuestra actitud de unas pocas horas, sentimientos e ideas que hemos combatido toda la vida, desde la tribuna del periodismo o el seno de la vida privada.
El gomezalato, como escuela de gobiernos tiene sus hombres y sus métodos. Y nace de una fuente enturbiada por apetitos que urgen segar. Cuando pedimos la eliminación de un sistema, reivindicamos un derecho. Cebarse en la mera representación de un nombre, o de un grupo de hombres, es una necedad. La libertad de los pueblos se conquista en las alturas de las ideas y no en el simple barajar de unas cuantas cartas combinadas para el escamoteo.
Que vuelva a nosotros, al pueblo que paga y sufre la explotación, la garantía de su sufragio, la igualdad necesaria al libre desenvolvimiento de la voluntad nacional y estaremos todos satisfechos.
Es cierto que a esa cima no se llega sin un rudo esfuerzo. Pero hay que comenzarlo. Con voluntad de todas las horas, con ánimo sereno y firme de cada segundo.
La sangre de las víctimas que caen; la persecución irracional de los hombres que se sacrifican sin más mira que el interés de la colectividad, merecen respeto y claman sanción. La hora de las reparaciones debe ser marcada con el respeto de las ideas de quienes, en ningún momento de su vida transigieron con el desgobierno ni se sometieron a la imposición despótica de los sabuesos de la dictadura.
Nada más grande en la realización de este fin, que dejarlo en libertad para que manifieste sus anhelos por todos los medios a su alcanza, sin el miedo de la represión.
No escondamos nuestros temor de que las garantías ciudadanas sean letra muerta apenas prometidas. La buena voluntad de los hombres que gobiernan no hallarán acomodo sino en la cantidad de necesidades que hagan presión sobre la organización política empeñada en hacer la felicidad de los gobernados.
El incienso de los perseguidores de cargos públicos suele nublar la visión del gobernante, aún del mejor intencionado. La presión popular espontánea y firme es el mejor norte y el mejor guía en las rutas de un porvenir libre de zozobras y de tiranías. El cambio hacia la comprensión del nuevo régimen debe estar señalado por una interpretación de las necesidades y legítimos deseos del pueblo con la voluntad del poder constituido, empeñado actualmente en sacar a la república del caos en que la sumieron 3o años de cruel tiranía. También tenemos esperanzas y de ello dejamos constancia pero, aún a toda costa de quedar rezagados en el coro de felicitadores de todo género a que genialmente aludiera nuestro admirable Pío Gil, preferimos saborear el oscuro goce de ver que el pueblo mismo se abre el camino de su porvenir con mano serena.
Valmore Rodríguez
Panorama (Maracaibo, 31 de diciembre de 1935). -p.1 y 4.
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