miércoles, 4 de enero de 2017

Cuatro palabras explicativas de Valmore Rodríguez radiodifundidas anoche por la radio emisora "Ecos del Caribe"




     El deseo de colaborar en el restablecimiento de la tranquilidad ciudadana, perturbada por los manejos de los últimos sátrapas de la Dictadura, había sellado mis labios para la exposición de hechos que no es posible ya seguir ocultando. Me refiero a esa oscura mañana de imputaciones que, a la sombra de un estado de cosas que parecía eternizarse, se cerró sobre mí y sobre un grupo de compañeros, y por lo cual tienen que responder personajes diversos, reclutados entre la burocracia presidencia de Estado, Ministros y clerigalla, incluyendo abogados asueldos y detractores gratuitos.

     No es mi intensión revolver ahora ese cieno ni escarbar en la podredumbre donde se revuelcan confusamente los prohombres del viejo régimen, aforados por la piltrafa y el hueso del imperialismo. En nuestra democracia naciente, donde aún hallan acomodo apetitos disfrazados de legalidad, urge acallar rencores,  sanar heridas y apagar las hogueras donde se consumen banderas rotas que pudieran ser agitadas, con su lazo de incendio, sobre muchedumbres aún vacilantes en el ejercicio de los derechos del ciudadano. 

     Hay, si, la necesidad de apuntar el dedo acusado sobre el sistema tentacular que se nutre de vicios, fatales al desenvolvimiento de la democracia. La liquidación de gomecismo no sería completa sin unas revisión implacable de los factores que contribuyeron a hacerlo viable y poderoso dentro del organismo nacional. Señalemos los vicios, escudriñemos los fundamentos y hagamos presidencia de nombres que ya han sido suficientemente señalados a la vindicta pública, como medio el más eficaz de abrirnos una pica virgen hacia el porvenir, sin temores y sin zozobras. 

     Los problemas que confronta la nación están siendo estudiados con suficiencia desde la cátedra del periodismo libre y en el ambiente caldeado de la pública opinión. Todo ello está muy bien. Y estaría mejor si al estudio de esos problemas se aportara de comprensión capaz de englobarlos a todos, señalando con claridad aquellos que ameritan una consideración más profunda,  por los efectos que producen en la vida económica, política, y social del país. desgraciadamente esta tarea se ha acometido fragmentariamente y sin método. Los determinantes inmediatos y futuros se han olvidado o preterido y el conjunto resulta falseado por consideraciones adjetivas. Geográficamente continuamos siendo unidad aislada. La nación - espíritu vital - no logra acomodarse a las nuevas realidades creadas por los factores económicos que deciden en ultimo término su rumbo cordial y armónico hacia la vida del porvenir. 

     No cabria dentro de los límites de una charla el enfocamiento global de estos problemas. No soy yo el más capacitado para dirigir fielmente vuestra atención hacia lo que considero el más urgente, el más inaplazable, y el más oscuro de nuestros embrollos nacionales. He de intentar, sin embargo, un esbozo de la situación para que otros, más capacitados, la resuelvan o modifiquen. Comienzo a hablar del petróleo y naturalmente del punto de vista zuliano, acerca de las relaciones que deben establecerse entre los explotadores extranjeros y el gobierno, para bien de la colectividad nacional. 

     El petróleo no llevo a la cárcel y de ella retornamos sin mancha, porque la conciencia lavada en el agua lustral de la democracia no toleró amalgama. La democracia venezolana debía nacer, y nació, sin mancha de pecado original...Era bueno, era justo que así sucediera. Y a preservarla libre de salpicaduras contribuimos todos, desde el obrero caraqueño que vertió su sangre en la jornada del 13 de febrero hasta el último ciudadano del más lejano rincón de Venezuela. 

     El petróleo nos llevo a la cárcel. Pero esos viejos compañeros que compartieron conmigo la dura noche del exilio; los hombres que en la prisión consumieron sus energías soñando en el advenimiento de una patria nueva; los estudiantes que surgieron del fondo austero de la casona universitaria a ensayar bríos inéditos y promesas inaplazables; los obreros campesinos que cruzaron sus armas toscas para amparar la democracia, se opusieron al atentado, y de esa prueba temeraria salimos a luchar con bríos renovados, por la salud de la república.

     Así, desde la libre cátedra conquistada por el esfuerzo común, podemos decir hoy que es necesario estudiar, comprender y analizar el problema petrolero.  No con odios de destrucción ni con razonamientos ciegos, sino con la fría reflexión, a la luz de las conveniencias nacionales. 

     Cuando, animados de un sincero deseo de que se establecieran relaciones nacionales entre los trabajadores venezolanos y las poderosas compañías petroleras radicadas en Venezuela, acometimos a raíz de la muerte de Goméz, la tarea de incorporar esas grandes masas al movimiento de liberación nacional, los lacayos del imperialismo movilizaron todas sus fuerzas para impedir que la voz de esta rica región de Venezuela fueses escuchada. Se vio entonces hasta qué punto los recursos de esas compañías dominaban, no sólo la  vida económica de nuestro Estado, sino todos los resortes de la vida económica, social y política de la nación. La redada sistemáticamente ordenada y en que hubimos de caer obreros, comerciantes e intelectuales, hizo comprender a las fuerzas vivas del país que el problema de la liquidación del gomecismo estaba estrechamente vinculado al problema de sujetar, con lazos fuertes de legalidad, las maniobras tentaculares de las grandes empresas extranjeras.  La necesidad de sofocar infantiles leyendas de comunismo, se convirtió en una necesidad muy urgente de estudiar y resolver sobre el terreno las cuestiones candentes que planteaba el más poderoso aliado del gomecismo. 

     Ahora pasa la ráfaga de persecución y barrido este estado de Augias de los viejos mandatarios gomecistas, la confianza comienza a renacer y el Zulia muestra libremente su llaga al sol, en espera de remedio eficaz que ha de sanar.

     No. No vamos a seguir reviviendo la manida leyenda del separatismo, ni las tesis regionalistas. El problema fundamental del Zulia es el petróleo. Del manejo de esta cuestión depende su tranquilidad social. Restablecidas las garantías ciudadanas que nos libran del atropello, resultó el problema de los hombres que han de gobernarlo, queda en píe la solución a buscar de sus más urgentes necesidades sociales.  Estos no pueden ser resueltos por simples decretos o resoluciones; podrían ser atendidos por una legislación adecuada, pero habrán de merecer constantemente atención por parte de todos los ciudadanos. No basta con señalar peligros para justificar una desatención complaciente. Los peligros residen más en la lenidad que en el control severo ejercido por la nación. Y ésta, ya lo hemos visto, se siente acogotada por mil garras sutiles que la impelen a considerar este problema con especial preferencia. 

     La República ha nacido y ensaya sus primeros pasos. Cerrar filas en este movimientos defendiendo con todas nuestras fuerzas las posiciones conquistadas es un deber irrenunciable de la ciudadanía. Contra las prácticas del gomecismo agonizante y contra todas sus fuerzas aliadas, debemos considerar un frente de acción que haga posible el afianzamiento de la república democrática.

     Sujetemos también el petróleo al poste de la Ley y la tranquilidad social del país será un hecho cumplido.

Panorama (Maracaibo, 2 de marzo de 1932).-p.l y 8. Fdo.: Valmore Rodríguez









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