sábado, 1 de octubre de 2016

Gómez y los andinos



     Un nuevo periódico de oposición a la dictadura venezolana acaba de aparecer en Nueva York, titulase "Venezuela Futura", y lo redacta el conocido periodista maracaibero Carlos López Bustamante, antiguo propietario de "El Fonógrafo" clausurado por Gómez, germanófilo impenitente, allá por los días trágicos de la gran hecatombe europea, cuando el gran diablo marabino libraba memorables campañas a favor de las causas de los aliados.

     Campea en las páginas del primer número de "Venezuela Futura", que acabamos de recibir, un nuevo concepto sobre el problema venezolano, concepto que, aparte algunas consideraciones acertadas, tiende a sembrar divisiones odiosos en la familia venezolana, azuzando peligrosas rivalidades de campanario que debiéramos liquidar ya para siempre, si es que queremos ver reunidas y apretadas en un solo haz las energías y las voluntades de todos cuantos llevan en sus carnes las marcas dolorosas del despotismo de Gómez. 

      Bajo el rubro "Gómez no es el problema" aparece en la primera plana de "Venezuela Futura" un articulo de autor anónimo tendiente a probar, con razones que no son tales, la peregrina tesis de que el problema que confrontamos actualmente no es otro que el andino, vale decir, la primacía del elemento andino en la maquinaria gubernamental como origen y causa de todos nuestros males. esta tesis simplista que no hubiéramos tomado en cuenta si la propia redacción en no ta editorial amparada por el mismo rubro no la ampliara y la prohijara, suscitando la idea de una campaña abierta contra determinada región de la República, acaso la más azotada por el vandalaje de Gómez, esa tesis, repetimos, por la forma en que está explicada, por la injusticia con que se plantea , merece ser combatida y rechazada enérgicamente, no sólo por aquellos a quienes el agravio se infiere directamente, sino por todos y cada uno de los venezolanos que nos preciamos de ser tales, y para quienes el problema, el verdadero problema, no presenta una suma de factores sociales precisables no por la contingencia de hombres y cosas, sino por algo más real, concreto y definido, que la acción de unos pocos hombres erigidos en amos del país, por dejación que ha hecho de este su bravura legendaria, su decoro y sus virtudes cívicas. 

     La persistencia de determinadas oligarquías en el poder no siempre significa que la responsabilidad de todo ello les corresponda enteramente. Tan culpable es el pueblo que se deja tiranizar como el tirano que lo oprime. Y en el caso concreto de los andinos, es bueno no olvidar que iguales cargos se hicieron ayer a los corianos bajo Falcón convertidos gracias a este en árbitros de la República. Cierto es que éstos no la despedazaron con tanta saña como los chácharos de Gómez, pero ello se debió a que su jefe, mas humano y más civilizado, les dio mejor ejemplo y escogía sus incondicionales, no entre las cárceles y presidios como ha hecho Gómez, sino en las filas del Ejército, que era en su época todavía merecedor de mejor nombre. 

     No es que excusamos los atropellos y los crímenes de los andinos que, según el justo porcentaje de los que señala el articulista (el 75) colabora con Gómez en la obra de destrucción material y moral del país. ¿Pero, sucedería de otro modo gobernando el propio Gómez con igual porcentaje de bandidos de Lara, Guárico o Carabobo? 

     Sospechamos que no. Los ejemplos de Pérez Soto y Silverio González, conocidos como las figuras más sombrías de la cuadrilla gomecista y el primero de los cuales sobrepasan en cien codos al sanguinario Eustoquio Gómez, nos atestiguan que ese régimen del cual es Gómez el arquetipo, utiliza a los hombres siguiendo aquel principio físico según el cual el líquido toma la forma del vaso que lo contiene. Por lo demás no está del todo comprobado que al hecho de que Gómez sea andino se debe exclusivamente su ferocidad y sus crímenes. 

     Es hora ya, para el bien de la República en la hora de la justicia próxima sonar, que estos prejuicios insensatos desaparezcan, como brotes mal sanos que son de otro regionalismo también censurable: aquel que fija límites cardinales a la capacidad para gobernar, siguiendo un canon inflexible según el cual -ha falta de razones biológicas de otro orden que lo justifiquen- sólo se excluye a los andinos. No. Por fortuna no es este el criterio que priva en las avanzadas de la oposición dentro y fuera del país. Nuestros problemas son de otro orden, y como tales los analizamos, procurando resolverlos, cuantos de cerca hemos vivido los 25 años de dictadura gomera, producto de una larga y pavorosa descomposición social cuyos orígenes arrancan del propio seno de nuestra guerra de emancipación. 

     Pobre, muy pobre y bien endeble, digno de ser aplastado por el talón de otro tirano peor que Gómez, seria el criterio de la oposición si a la larga cadena de crímenes perpetrados en Venezuela durante cuatro lustros de dominación gomera,  pretendiera encontrarle ahora explicación con el solo argumento de "problema andino", dejando en pie el otro problema. acaso más grave, que lo aclara y lo justifica: la incapacidad de los otros regímenes de la República para reaccionar virilmente contra el puñado de hombres que los aplastan y sojuzgan; su conformismo y su invalidez, que los condenan de antemano a la pasiva condición de ciervos del más audaz y del más fuerte.

     Necesitamos urgentemente, ahora más que nunca del esfuerzo y de la cooperación de todos los elementos sanos del país para la reconstrucción moral del hogar venezolano. Veinte o más años de disputas vanas en el extranjero por jefaturas militares en hipotéticas y fantásticas revoluciones que nadie ha podido realizar, debiera haber enseñado a ciertos venezolanos del destierro que la raíz de nuestros males es necesario buscarlas en una capa más profunda; que hay algo más en ese IMBROGLIO de la tiranía gomera que el predominio de determinados elementos regionalismos, y que el cambio de unos hombres por otros sin que se toque para nada la superestructura política y social del país no ha de significar otra cosa que la continuación indefinida del mismo mal, agravado por los apetitos contenidos hasta entonces de varias generaciones educadas  en la explotación y la iniquidad.

     Gómez pasará -sin que para vergüenza nuestra- hallamos hecho algo verdaderamente digno para derribarlo- y a ese pueblo explotado, a ese pueblo exprimido cuyo clamor de angustia no hemos sabido escuchar, será preciso darle cuenta de cuanto por él hemos hecho en bien o en mal, durante esta terrible y pavorosa pesadilla que parece ya eternizarse.  En previsión de esa hora, e necesario hacer acopio de argumentos que nos salven en parte de la culpa que a todos nos cabe, y nada será entonces mejor que la verdad, la verdad desnuda, confesándonos incapaces, ambiciosos, desvergonzados. Porque esa es la verdad que nos alcanza a todos. A los de dentro que claudicaron y callaron, a los de fuera que no supieron ni quisieron trabajar por el bien común dividiéndose en fracciocillas parroquiales, cegados por la ambición o por el odio, gastando su energía en la minucia, en el chisme, en el comadreo.

     ¿Qué ha dado de sí la oposición en veinte años de destierro? ¿Aparece por alguna parte algún aspirante al poder armado de doctrina, con una solución concreta y precisa para el menos de nuestros problemas?

     ¿Cuál ha sido la agrupación, el partido, el cenáculo, de todos cuantos se han formado en el extranjero, que haya salvado hasta la fecha, no ya el más elemental de sus postulados, sino siquiera su nombre? Panfletarios, guerreros, periodistas...de todos hemos tenido en suma copiosa. Pero necesitamos algo mejor. Necesitamos dirigentes políticos, hombres vinculados a las masas por algo más que tradiciones sentimentales o leyendas de sacrificio; urge encontrar un solo hombre capaz de imponer por sobre el alud de pasiones y apetitos desenfrenado, un ideal o una fe, no personal, regionalista, sino amplia y grandes, universal enraizada a los principios eternos de la equidad y de la justicia. Pero la vida de los pueblos no está sujeta a los caprichos y veleidades de los hombres. La conciencia de las multitudes es la ley, rige el ritmo del destino y se labra su propio bien por encima de las violaciones y de la incapacidad e los hombres que la explotan y conducen. Ellos serán en nuestro pueblo la sola fuerza justiciera; tanteando, cayendo e incorporándose, sabrá sortear los peligros de su actual condición caótica hasta imponer a sus verdugos el terrible castigo que se merecen. 

     Somos un pueblo y no un conjunto de patriecitas. la República quiere unión y no división. Puertas adentro está el yanqui y su maquinaria imperialista, dispuesto a aprovechar cualquier división para erigir republiquitas, manejables según su capricho y en beneficio de su capital. Recordemos esa amenaza de Zulia, suspendida sobre nuestras cabezas. La especie nació ayer amparada por el regionalismo estúpido; la reforzó el yanqui con la influencia de su oro, y hoy es preciso combatirla gracias a prevenciones y sutilezas de los propios connacionales, empeñados en distinguir con epítetos deprimentes el espíritu de independencia y otras cualidades características del zulianismo. 

     Gómez no es el problema, no lo ha sido nunca. Pero tampoco lo son los andinos. ¿Qué los cháncharos son ladrones diabólicos, asesinos? A la luz de la dictadura gomera recordemos la despiadada definición de Nietzche: "Virtuoso es todo aquel que no ha tenido oportunidad de ser otra cosa..."


Valmore Rodríguez
Reproducido en: El País (Maracaibo, 6 de Mayo de 1936). -p-1,2 y 3
Barranquilla, XVI-VI-XXXI
Un artículo republicado en "La Prensa" de Barranquilla el 20 de Junio de 1931
 

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