Se usa y abusa en estos días de extraordinaria tensión económica, no sólo en nuestro pueblo, sino más allá, de este vocablo misterioso que quiere decir mucho, y la más veces no significa nada que es el comunismo. La verdadera significación de ese vocablo es el marxismo revolucionario, y tiene su explicación práctica en el sistema político, económico y social de los Soviets, imperante en Rusia.
Ese fantasma peligroso se a apoderado de la imaginación de muchos hombres, con furia tal, que parece como si repentinamente se hubiese producido en nuestra patria una catástrofe tan grande que hubiera hecho brotar de debajo de cada piedra un comunista armado de bomba y puñales, amenazando desquiciar todo concepto de moral social y subvenir el orden republicano que hemos conquistado.
La realidad es otra cosa. El partido comunista y la doctrina que sustenta sí tiene, como en todas partes, sus adeptos en Venezuela. Pero de ahí a afirmar que en cada hombre que defiende los intereses de la clase obrera o aboga simplemente por el mejoramiento económico de los estratos inferiores de la sociedad venezolana, hay un comunista, es tan arriesgado como incomprensible. Ni creemos que el mejor medio de combatir los pequeños Soviets criollos es el de alzarlos a pirámides que los exponen demasiado a la mirada de una masa que, por impreparada podría dejarse atraer por la aureola de lo misterioso y por la mística simplista de lo prohibido.
El combate al comunismo criollo debe tener por escenario la realidad de una situación económica y social modificada, donde el obrero halle el sustento y la justicia debida a su condición, sin esa mole gomecista del trato a garrotazos y la condena de la carretera; condiciones estas que hicieron posible en la Rusia esteparia y lejana, el triunfo rápido y violento de las huestes del bolcheviquismo.
Hay que mirar como remota la posibilidad de un entronizamiento comunista en nuestro país. Aún el socialismo moderado en sus fines, no halla raíces suficientes en nuestros métodos de producción para afianzar sus postulados de acción gradual sobre una economía como la nuestra, agotada en su crecimiento e intervenida por factores extraños. En presencia de la realidad venezolana, las teorías mas audaces y justas fracasan lamentablemente, y los emplastos curativos deben buscarse en la propia fuente de acción social que origina las crisis peculiares de nuestra vida.
Comprendiéndolo así, el gobierno actual y sus hombres representativos, contrariando el sentir de grupos poderosos pero ineducados y asustadizos, se ha dado a la tarea de modificar con valentía digna de encomio, la condición económica, política y social de las grandes masas, como el medio más efectivo de inmunizar la mentalidad de nuestro pueblo contra falaces conceptos inaplicables a nuestro medio. Comprendemos que en muchos casos, atribuibles a ignorancia y otros factores de orden moral, se exceden las aspiraciones frente a empresas en quiebra o en vías de crecimiento; pero ello no hace sino demostrar y señalar vicios de origen que se relacionan directamente con el régimen tirano que acabamos de derribar.
Es infantil y temeraria la empresa que acometen ciertos señores, cuyas convicciones respetamos sin compartirlas, de aplicar el rótulo comunista a cuanto ciudadano contradice sus propósitos y pesimismo. Y en cuando a la leyenda del espantapájaros del comunismo, su abuso aguza ya el ingenio de nuestros humoristas, que comienzan a llevar a la caricatura y al chiste, el verdadero significado que no le dan los profetas del desastre.
Publicado en el periódico Panorama
Maracaibo, 15 de abril de 1936
p.1 Editorial
No hay comentarios:
Publicar un comentario