jueves, 5 de enero de 2017

Exaltación de lo Nacional


     Tímidamente y a la sordina, durante las postrimerías del régimen anterior, comenzó a florecer en nuestro país una literatura amparadora del nacionalismo económico que era como un reflejo del aporte copioso y arrollador de otros pueblos en la misma materia. Las condiciones especiales bajo las cuales vivíamos entonces restringían el esfuerzo a aquellas industrias que directa o indirectamente se rozaban con las propiedades o el control de Gómez y su camarilla, incluyendo en esta aceptación el interés del físico, que también se consideraba como patrimonio particular. Poetas, oradores y periodistas hablaron largo, aunque confusamente, sobre lo nacional, sin que sus palabras lograra descender de la esfera artística y literaria al plano de la realidad económica.

     El retorno a las prácticas republicanas sacó a la superficie la totalidad de nuestros problemas económicos, que pudieron ser enfocados en toda su máxima gravedad. Esos problemas han encontrado de parte del gobierno una vigilante atención, y a objeto de resolverlos se solicita con ahínco la acción proteccionista del Estado, con la aceptación  consiguiente por parte del consumidor. Entramos así en nueva concepción de lo económico nacional, que ha de permear necesariamente los estratos culturales y políticos que tienen en ellos su base.

     Es lógico y natural que esa estructuración de valores se produzca como resultado de la reconquista ideológica del patrimonio nacional. Acosado dentro de la propia frontera, el venezolano de ayer se extinguía entre las solicitaciones de su pensamiento y una realidad huidiza, sin fondo ni asidero. Devuelto al uso de sus facultades y colocada en un terreno firme, donde ya no es ficción el derecho ni mentira su responsabilidad, se abraza al hito que lo separa de la dispersión para afirmar en su persona la integración de la nacionalidad.  

     La política es la pasión del momento y en la forma como se desenvuelve se advierte un calor desbordante típicamente venezolano. Nos encontramos, nos afirmamos, queremos vivir con el afán desesperado de quien ha estado a punto de disolverse en una atmósfera letal,  traspasado por fluidos sutiles, quemantes. 

     El sentido y la exaltación de lo nacional se a apoderado de nosotros con clamores afirmativos que llenan todas las esferas de nuestra actividad. Nuestra vida venezolana cobra así un ritmo propio que siembra de esperanza renovadoras todos los aspectos de la convivencia social, aligerada del lastre trágico que le impusieran luengos años de sujeción al capricho tiránico de unos pocos hombres sin ley ni conciencia. 

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