jueves, 5 de enero de 2017

La experiencia de lo Nacional


     Los ejemplos de regímenes anteriores, el modo cómo se iniciaron y cómo se desenvolvieron, han hecho del venezolano corriente un tipo desconfiado y arisco con relación al gobernante, La posición actual de una gran mayoría es rendirse a los hechos cuando se han producido, y aún en este terreno se busca muchas veces una motivación oculta limitadora de la bondad del presente en su encadenamiento con el porvenir. Esta duda constante en el fluir del tiempo, tiene sus ventajas, pero también sus peligros, la desconfianza como sistema puede llevarnos a ese mismo principio del que pretendemos huir. 

    La experiencia aconseja la vigilancia y eso esta bien, es muy loable. Cada acto del gobernante como mandatario del pueblo debe ser revisado con serenidad y con ese sentido del derecho que no podemos delegar. estamos ante una transición que por las especiales circunstancias en que se ha producido ameritan un contralor eficaz y una intervención consistente de la ciudadanía. Pero de ahí a asumir una perenne actitud de rechazo a la ación más nimia del poder público, atribuyéndole  desviaciones que no podemos constatar, hay un abismo peligroso que precisa salvar con coraje y puentes de razonamiento.

     El gobierno de transición que ha aceptado el pueblo de Venezuela le debe su vida constitucional a factores muy complicados que, canalizados en otra dirección hubieran producido serias conmociones, con el probable resultado de una continuación dictatorial ta violenta como la que hemos abandonado. Vencidos en el campo civil los hombres representativos del viejo sistema, e instaurado con la colaboración de todos un nuevo régimen en que los derechos y deberes del ciudadano aparecen igualmente reconocidos, seria temerario aceptar en toda su integridad los primeros y trinchar despiadadamente los segundos. 

     No podemos olvidar el legado legislativo de la tiranía gomecista, que nos violenta a cada paso en el cuadro de la realidad ambiente. Pero no hay que confundir ese legado funesto con el instrumento al cual la necesidad encomienda su aplicación. 

   Luchar lealmente contra la ley absurda, buscando su eliminación, pero no identificarla con el funcionario, si priva en él sano deseo de justicia, ¿es acaso la actitud más cónsona con los difíciles momentos que nos ha tocado vivir?

     En esta sana aspiración de la colectividad venezolana hacia la superación del engranaje legal que nos mueve, debe acompañarnos un sentido equilibrado de lo honesto. El gobierno es la representación del pueblo y debe ser vigilado. Consediéndole naturalmente el deber de pedirnos una retribución de servicios en cosas del interés público, osea, la confianza necesaria a su marcha como regulador de las relaciones sociales.

Panorama (Maracaibo, 29 de abril de 1936).-p.l. Editorial.

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